principios de la década de los 80, en celebración de su quincuagésimo aniversario como escritor profesional, Ronald regresó al mundo de la ficción popular con su laureado de mejor vendedor internacional: Campo de Batalla: La Tierra. Una Saga del Año 3000. Tanto críticos como lectores, la anunciaron como una obra maestra; es una obra épica de 430.000 palabras, la más extensa en su género, habla de una humanidad al borde de la extinción después de la invasión de una monstruosa raza extraterrestre, los psychlos. En una triunfante respuesta final, un Jonnie Goodboy Tyler clásicamente heroico, dirige a un decidido grupo de supervivientes a lo largo de una extensa y emocionante trama. Esta obra ha recibido numerosos premios literarios, y sirve como obra modelo en varias universidades.

Sin embargo, Campo de Batalla: la Tierra, también sirvió de inspiración para algo más: la primera banda sonora musical que se escribió para un libro. El álbum refleja el estado de ánimo de una Tierra futurista que se ha vuelto primitiva después de un ataque extraterrestre, y ofrece trece composiciones de LRH que se basan en escenas y personajes importantes de la novela. Para transmitir mejor el alcance de esta saga, el álbum utilizó elementos de varios géneros, desde honky-tonk y un jazz lleno de un “swing libre”, hasta un rock electrónico de lo más innovador. El resultado es una dimensión completamente nueva en el sonido espacial, y lo que los críticos describieron como “un debut de grabación muy prometedor”.

Para lograr algo que, con toda verdad, sólo recientemente ha podido ser aproximado, Ronald empleó un aparato que hasta entonces nunca había sido explorado, el Instrumento Musical Computadorizado (CMI). Manufacturado por Fairlight, que en sí misma no había reconocido todavía el potencial pleno del instrumento, el CMI no representaba un nuevo tipo de sintetizador para reproducir sonidos, sino que era un medio para convertir, de hecho, sonidos naturales en octavas de trece notas, de tal manera que los sonidos naturales se convertían en las notas de la música. Los lobos aulladores cantan blues; la explosión de las armas, tocan los ritmos y las voces de los extraterrestres son el solo de las trompas. En otras palabras, todo tipo de sonidos que previamente no habían sido musicales, de pronto están “cantando” la canción y marcando el ritmo.

Este aspecto es importante, aunque Ronald sólo hubiera sido uno de los pocos que lo reconocieron en esa época, ya que, aunque los sonidos naturales se habían usado por largo tiempo como artimañas musicales (entre las más memorables recordamos los ladridos de los perros y los graznidos de los gansos que se usaron para dar énfasis en la pieza de The Beatles, “Sergeant Peppers’ Lonely Hearts Club Band” [La Banda de Corazones Solitarios del Sargento Peppers]) nunca se habían integrado como música. En una concisa explicación, Ronald escribió: “La música computadorizada puede incorporar los sonidos naturales dentro de las escalas musicales. Un oso puede gruñir en un rango de dos octavas de 13 notas. En un sintetizador, no es el gruñido de un oso, es el gruñido de un sintetizador. Hay una diferencia. El sonido natural puede entonces combinarse con instrumentos reales (no los del sintetizador). Añade a esto el ánimo de la verdadera música espacial y tenemos una nueva era musical”.

    Una nota para el Fairlight




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