Al final, se determinaron un gran número de ejercicios para conseguir seguridad y pericia técnica. Algunos, para el desarrollo de esas destrezas básicas poseídas por cualquier músico competente, eran tradicionales; o eran variaciones de ejercicios tradicionales. Por ejemplo, recordaba el batería, Él solía ejercitarnos implacablemente con metrónomos, lo que, claro, es un régimen estándar. Pero más que practicar sólo individualmente, él solía usar el metrónomo para infundir destrezas rítmicas al grupo como un todo. A modo de ilustración, los músicos contaban que marcaban el ritmo con sus pies al compás firme de un metrónomo electrónico. El grupo continuaría dando toques ligeros al compás mientras el volumen del metrónomo iba bajando hasta que era inaudible. Después de dos o tres minutos, el volumen se volvía a subir, y se esperaba que todo el grupo estuviera tocando el compás, exactamente sincronizado con el aparato electrónico: ni más rápido ni más lento, sino ¡exactamente!
El punto fundamental: Ronald era implacable recalcando los fundamentos al grupo como tal, hasta que los entendíamos, porque sin fundamentos no tienes arte.
La afirmación fue crucial tanto para el éxito de los músicos como compañía, así como para el éxito de los artistas como individuos; había un dato absolutamente clave, tomado de su obra ARTE, que definía simplemente lo bueno que el músico, o cualquier artista, que para el caso es lo mismo, tiene que ser:
Si miras o escuchas cualquier obra de arte, sólo hay una cosa a la que la audiencia casual responde en masa, y si tiene eso, entonces también lo verás como una obra de arte. Si no tiene eso, no lo verás.
Entonces, ¿qué es eso?
PERICIA TÉCNICA, EN SÍ MISMA, ADECUADA PARA PRODUCIR UN IMPACTO EMOCIONAL.